Time and justice

Escribo impulsada por no sé muy bien qué, serán acaso los designios del destino, serán mis cualidades y mis defectos los que articulan el mundo de historias en el que me veo sumergida día a día. Los imagino, los siento propios y luego mis dedos se ocupan de transcribir mis ideas brillantes en texto, las más absurdas serán desechadas más tarde.
Actualmente me encuentro en la espera, esa es la brújula que me guía hoy; espero el nacimiento en sociedad del libro que gesté en los últimos meses y a la doncella del cuento mágico, espero a la justicia divina y no recordar los tiempos apocalípticos, simplemente espero.
La vida es una gran ironía. Si hay algo que no ha cambiado en mi vida son las formas, conmigo nada es normal, es decir, nada puede ser relativamente común, y no es que me jacte de una sobrenormalidad o algo así! solo que el presente me muestra las cosas desde perspectivas inimaginables; con esto, cito, a la forma (ya tan difundida) en que me enteré de mi embarazo, a la salida de mi próximo libro, lo que constituye todo un desafio teniendo en cuenta lo que me costó cerrarlo, darle un final y entre otras cosas a las formas en las que me veo un tanto "popularizada".
Ahora sí, denme el título de ególatra tan reclamado por los desequilibrados mentales, y metanmé en un reality show para que pueda terminar siendo aplaudida y odiada!, ufff! otra vez...ironía!, lo ven? no soy yo que lo imagina, pero mientras más me resguardo peor es, al silencio, gritos, y a la humildad, soberbia! Así funciona para muchos, pero permitanme recordarles que muchos no son todos, y todos no son la mayoría.
Nuevamente estoy acá, sentada en el living de los sillones blancos, de las pinturas que nadie, excepto yo, entiende. El olor a paredes recien pintadas me recuerda que este es mi nuevo hogar, que acá soy amada y cuidada de una forma intransmitible, acá ocurrieron los sucesos más relevantes de la renacida historia de quien escribe, acá puedo concebir algo más que pensamientos cotidianos. Miro por los amplios ventanales que inundan de luz la habitación más importante, la ciudad me regala un atardecer inquieto, observo las luces, las flores y a las personas indistinguibles por la distancia, todos caminan apurados y aunque quisiera no me alcanzaría el tiempo para otorgarle a cada individuo un motivo que justifique su ansiedad por trasladarse.
Así soy, eso no conseguiré cambiarlo, está en mi escencia observarlo todo, consultandome de tanto en tanto cual es el motor, cual es la causa, mi propia causa, alguna respuesta que me indique hacia donde quiero ir en este mundo.
Por ahora continuo: respiro, camino, me alimento, me promueven las sensaciones, mi tiempo es uno, distinto del resto, no tengo más que sentimientos para justificar tantas batallas, tantos lugares, tantos dolores, tantos amores, tanto.
Me dijeron, hace algunos dias, que la razón se comprende en un solo instante, pero me temo que cuando la conozca ya no podré transmitirselo a nadie.